28 junio 2005

SALVE, PUELLA.

Hay quien dice que trabajaba hace diez años de cajera en un supermercado de dos pasillos y más polvo que mercaderías, cerca de San Marcos. Otros la sitúan con la misma edad cuarenta años antes, en reuniones de política y amores clandestinos que se celebraban a espaldas de La Gavidia, cuando los grises. Los más viejos y lúcidos aseguran haberla visto vendiendo tabaco en la Plaza de España, en el año de la exposición. Y como me juró el bibliotecario entre la mística y el rigor científico, hay un grabado fechado en el siglo XVIII con su viva imagen junto a otras mozas de la fábrica de tabacos.

Unos la recuerdan por su belleza, otros por su estilo, todos por su extrañada mirada. Nada se sabe con certeza de su origen y materia, salvo que aunque aparenta veinte años, la chica que vende sus cuadros cada domingo en la plaza del museo, lleva siglos paseándose por las calles de Sevilla.

Para Violeta, a la que espero ver pronto por mi calle.

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