16 agosto 2005

FINIS GLORIAE MVNDI

La última vez que vieron a Mikonos Zvenenackis fue en un bar sórdido del puerto, borracho de ron y calor, tratando de magrear a cualquier cosa que se encontrara a alcance de sus manos calludas y cantando a gritos, como si estuviera en un partido de fútbol, una antigua canción griega sobre la levedad del mundo y el ansiado fin de las vanalidades mundanas, la típica canción de viejas plañideras y timoratas de la isla. Era Noviembre y la mar estaba en calma.

Junto a él, aunque sin hacerle compañía, estaba un decrépito marinero del que era imposible distinguir cara de arrugas. Miraba de soslayo el reloj con cansina burocracia y de vez en cuando tarareaba un poco la canción de Mikonos como haciendo coros de circunstancia. Cuando éste terminó, sin dejarle apenas disfrutar de algunos tristes aplausos que emergieron de los rincones del bar, dicen que el viejo le hizo una señal a Mikonos y que éste pareció recuperar de repente una sobriedad abotargada, de cámara lenta. Sacó la cartera del bolsillo, pagó la cuenta dejando una desorbitada propina, escupió al suelo y salió del bar acompañado por el viejo en dirección a una dársena, donde apenas se mantenía una pequeña barca llena de lapas y ostiones. A ella subieron los dos hombres, y mientras Mikonos se acomodaba en la popa, el viejo desataba los nudos de amarre y comenzaba a remar con decisión rumbo al horizonte, donde ambos se perdieron para siempre. Dicen los que me lo contaron que siembre recordarán el nombre de la barca.
Caronte

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien el texto. En tu línea. En esa línea en la que dejas todo para el final, la última línea. La última palabra en este caso.
El diseño, mejor aún si cabe. Me gusta mucho más que el anterior, la cabecera, los colores...Todo, me gusta mucho, en serio. Y me ha sorprendido muy gratamente.

ana dijo...

Visita por visita... y el pellizquito en el alma de la última palabra del último post me ha gustado tanto que prometo volver.

el que deambula dijo...

Bueno, Javier. Viniendo de tí el elogio al diseño me quedo más tranquilo. Aquí el señor Javier es un máquina, con lo que que diga eso es todo un piropo. Besos.

....

Y a tí, Ana, encantado de que vengas por aquí. Yo independientemente de lo que hagas voy a seguir visitando tu blog, merece la pena. Besos.