08 febrero 2006

...COMO UNA ENORME BOLSA DE AGUA

Contaba un amigo que hace años presenció la muerte súbita de una paloma mientras volaba. Paseaba por la rambla al atardecer cuando, delante suya, cayó al suelo desde no sabe bien qué altura. Me relató que lo más desagradable de aquel episodio no fue la visión de la paloma muerta, sino su sonido al estrellarse contra el asfalto. Parecido, decía, al que hace una enorme bolsa de agua lanzada desde un edificio por un niño travieso. Aquel día mi amigo fue incapaz de cenar nada, colapsado por el sorprendente ruido de las vísceras del pobre animal.

Son también sorprendentes las travesuras de la memoria. Mientras observaba esta tarde como te alejabas calle abajo con tus maletas y tu jarrón, me ha venido a la mente mi amigo y su historia sobre el macabro final de la paloma. Y es que es curioso, hay sonidos que, aún diferentes, deben tener en común una misma pauta melódica, deben albergar una misma realidad. Acabo de escuchar, imperceptible pero visceral, el sonido de una vida rota: La mía, estrellada como una enorme bolsa de agua contra el asfalto recio y frío de tu ausencia...

...Me temo que yo tampoco podré cenar nada.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que la segunda parte sea ficción

Anónimo dijo...

Todo pasa, todo llega... igual no merece la pena mirar atrás.

Anónimo dijo...

A veces, sin saber cómo ni por qué, sabemos que algo se acaba... es junto a la supervivencia, el único rasgo instintivo que nos va quedando.

Anónimo dijo...

Y así una vida que se rompe hace el mismo sonido que una paloma al estrellarse contra el suelo.
Las vidas rotas se recomponen, las blosas de agua y las palomas no.
Pero eso es otra cuestión.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Brutal. ¿Vas al concierto en el Lope de Vega? Un abrazo.

Anónimo dijo...

Precioso relato de fragilidades.

como funciona la bolsa dijo...

Muy buen relato.