24 enero 2008

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Bienvenidos aquellos que ruedan cuesta abajo. Bienvenida la noche, el neón y el humo, la duda y las certezas como cristales en los ojos. Bienvenidos los que
caminan entre palabras y engaños, aquellos que se debaten entre la poesía y el suicidio. Bienvenida la niebla, el café frío, también como no los cuerpos extraños.

Bienvenidos aquellos que cantan su miseria, que pintan sus miedos, que escriben profecías. El deseo inconfesable, el recuerdo marchito, el presente frío de los héroes destronados. Bienvenidos aquellos que se asoman al vacío, los rostros entrevistos en los baños y en los parques. Bienvenida la sombra, el tacto indeciso. Bienvenida la vida que nos queda y que nos huye.

Esta es vuestra casa, pero yo no soy vuestro hombre.
Perdonad el desorden, descorred las cortinas.