30 octubre 2007

NADA LA NADIE

Y nadie la cura, y nadie la cura, nadie.
Nada cura la nada a nadie.
Vendo enciclopedias de la nada a domicilio,
Exquisitos volúmenes de hiel couché y pasta dura.
Inventario mortal riguroso
de los más estrictos dictámenes de mi vida.
Nadie cura la nada a nadie. Y nadie la cura, nada. Nadie.
Árboles me impiden mirar el bosque
que talé con mis insomnios, que talé con mis dientes.
Bosques ignífugos de recuerdos dolorosos
Selva desértica de mis tardes más oscuras.
Nadie me cura nada la nadie. Nada lo cura. Nada ni Nadie.
Lienzo inacabado de un pintor retorcido
castillo inexpugnable de arenas movedizas
Lavadoras, secadoras, hornos de mi cerebro
Esperanza cero en soñar las madrugadas.
Nadie me cura la nada. Nadie. Nada las gracias.
Gracias: De nadie.

23 octubre 2007

PROMESAS

Recordaré siempre la primera promesa que te hice y no cumplí, va ya para siete años. Mientras enciendo otro cigarrillo, recuerdo aquella noche en la que medio drogados, como dice la canción, nos dimos aquel primer beso que llegaba tarde pero que llegaba, muy tarde ya en la noche, mientras todos dormían la mona en una cama y tú y yo, balbuceantes de ron, pelábamos la pava en un sofá bastante estrecho. Recuerdo aquella noche, aquel beso y aquella promesa, tras dos mil quinientas cincuenta y cinco noches, no logro calcular cuántos miles de besos y me da pánico pensar cuántos paquetes de cigarrillos.

Como aquella promesa que guardo en mis pulmones, han habido muchas que aún siguen, a día de hoy, apolillándose en el armario de la enmienda. Algunas te las hice de forma solemne, como aquella mientras caminábamos hacia tu parada de autobús. Y otras, quizás la mayoría, con la boca pequeña del que se conoce y aun así se niega. No obstante todas, ten por seguro, las hice, las hago, pensando que un día me despertaré siendo el hombre perfecto que mereces tener a tu lado, la persona que siempre pueda arrancarte una sonrisa sin tenazas.

Ya sabes lo que opino de mí. Hay parcelas por las que no apuesto ni un duro. Sin embargo, en estas dos mil y pico noches que no siempre hemos podido compartir, me ha quedado claro que soy alguien capaz de amar y de ser amado, que soy alguien por el que otro alguien piensa que merece la pena no hacerlo todo de la manera más fácil. En estos no sé cuantos miles de besos que nos hemos dado, me ha quedado claro que soy alguien al que otro alguien considera único e irrepetible. Y que mi vida ya, de no haber aparecido tú, seguramente sería la vida de alguien que no soy yo, de alguien que seguramente sería un poco peor persona.

Así que prometo dejar de fumar, prometo quererme más a mi mismo, prometo tapar la pasta de dientes, prometo no ver el vaso medio vacío, prometo roncar menos, prometo no pasarme con la comida y también prometo no darte sustos escondiéndome en el pasillo. Mientras tenga tiempo a tu lado te prometeré mil cosas, y ten por seguro que no habrá ninguna que, tarde o temprano, no sea capaz de cumplir.

No sé si la nuestra será una historia de amor eterno. Pero entretanto espero haberte dado siete años de felicidad.