10 mayo 2007

CIRCUNLOQUIOS

Apuró el ron mientras miraba al techo, borracho. Todos sus amigos se había ido y sólo quedaba él en el bar certificando la noche entre destellos de neón. El humo y el calor formaban nubes caprichosas contra las luces, y cientos de cuerpos apretados, sudorosos, borboteaban a su alrededor bailando. Pensó divertido que sobre aquellas cabezas crecía una borrasca de feromonas, dispuesta a descargar deseo. Un deseo que en su caso se encontraba abotargado por el alcohol y el tedio, pero que le impedía marcharse como si le atase los tobillos a la barra. Miró el reloj. Las cinco.

Muy cerca suya, una muchacha fumaba impasible como quien espera un autobús cotidiano, aburrida y resignada, balanceando la cabeza al compás de la música de cuando en cuando. Mientras miraba a la puerta del local, pensaba taciturna que en cualquier momento alguien aparecería con una claqueta, gritaría “corten” y todo el mundo se esfumaría. De hecho quizás lo gritara ella, por si surtiera efecto. Querer y no querer, la teta y la sopa, la rabia y porqué no decirlo, las ganas de sexo la mantenían tensa y la hacían sentirse patética. Miró el reloj. La pila se había gastado.

Le preguntó la hora y luego si tenía condones. El resto, no serían más que suspiros e inventos, otro de los ya conocidos por ambos breves circunloquios de la soledad.

7 comentarios:

Helena dijo...

Una escena muy bien descrita, de hecho podría tratarse de un cortometraje. Una escena, por otro lado, cotidiana en muchas ciudades.

Después no sé, pero para empezar ellá no se andó con demasiados circunloquios, jeje.

Me gusta tu estilo.

Un beso.

Anónimo dijo...

Certifico la noche, y te cojo prestada la frase. Me ha encantado.

V.

Calle Quimera dijo...

Un bar, un pub, una discoteca...La fuerza de la costumbre te permite ver tras la silla de cada cual a la soledad y a sus mil hermanas envolviéndolas una a una con su frío manto. Los miras, alguno te mira fugazmente, y desde tu invisibilidad contemplas de la de ellos. Ninguno parece querer aceptar tu muda invitación a romper la tuya, y se te pasan las ganas de entablar conversación con nadie....

Esta es otra escena de bar. ¿Cuántas soledades se reúnen en locales públicos para disfrazarse de lo que nunca dejarán de ser: soledades?

Precioso texto. Un saludo cordial.

LOLA GRACIA dijo...

Historia de un polvo triste.

Mi nombre es Mucha dijo...

Realmente interesante tu blog
Abrazos

Recomenzar dijo...

muy interesante tu blog

el que deambula dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios, en especial a los que me han visitado por primera vez con este texto. Os sigo de cerca.

Helena:

Ella no se andó con muchos circunloquios, no. Pero él tampoco se andó con remilgos... jeje

Certificas la noche. Te regalo la frase y ojalá la usemos juntos en alguna fiesta que nos peguemos. Besos, v.

Lola: La historia de un polvo triste, ciertamente. Aunque hay quien piensa que a falta de pan buenas son tortas. Supongo que lo peor de ambos personajes es que huyen de ellos mismos, ¿no? Un placer tenerte cerca.

Muchos besos y abrazos.