25 septiembre 2005

CHANOPARTY

Nada más premonitorio que Whole Lotta Love de Led Zeppellin dándonos la bienvenida al piso de Chano, que es algo así como el tío Iturrioz que Alberto y yo nunca hemos tenido. Treinta y nueve años de soltería militante, fue nuestro profesor de literatura en el Instituto, aunque lleva como dos años alternando la asistencia al trabajo y las bajas por depresión. Según nos cuenta riéndose con un porro en la boca, comprobar que Max Estrella le parece a los adolescentes de hoy un personaje hortera y previsible le sume en los más negros augurios sobre la cultura ibérica. Obviamente la depresión es una excusa para poder escribir sin tener que pedir excedencia y por tanto, sin tener que renunciar al sueldo de funcionario. Su matemático cálculo de las bajas para evitar pasar por un tribunal médico que lo pudiera declarar incapaz y sus años de actor de teatro en Barcelona hacen de él una máquina de chupar la sangre al sistema público. No obstante es un buen tipo. Después de todo, nos invita siempre a sus fiestas, aunque nunca hemos sabido del todo porqué.

Hay menos gente de lo habitual, seremos unas diez o quince personas, algunos conocidos ya de otras ocasiones y otros completos desconocidos, gente que aparece y desaparece de la vida esa o.n.g. andante que es Chano. Alberto apenas ha llegado ha empezado a beber como si se fuera a acabar el mundo. Algo debe preocuparle, aunque charle animadamente con Javier, uno de los amigos de Chano y empleado de la biblioteca municipal. Yo en cambio me siento hoy ligeramente abstemio, y aprovecho la breve tregua a mi hígado para repasar las estanterías de discos de Chano, que para mí es un pequeño y curioso museo de la música del siglo XX, ya que tiene discos prácticamente de todos los estilos y décadas y además los tiene clasificados por estados de ánimo y estaciones, clasificación a todas luces subjetiva pero interesante, porque jamás pensaría que alguien pudiera calificar de "Música Sexy" Perfect day de Lou Reed.

En esas estoy, pensando seriamente en la posibilidad de secuestrarle algún disco sin que lo note, cuando alguien se coloca detrás mía y me dice –Anda, pero si es el sacalenguas-. Me giro como si me hubieran adivinado las ideas y ostia puta, veo que es la chica del Charming. Tras el ligero mareo y el lógico deseo de ser tragado por la tierra, sólo acierto a decir –Necesito una ginebra-, y me quedó temblando cuando veo que la tipa va a la cocina y vuelve con un gin-lemon en una jarra de cerveza, cóctel explosivo presentado ante mí con un –Me llamo Susana, ¿y tú?- que se me antoja de anuncio de Martini. Sin duda tengo que tener la misma cara de gilipollas del botones que se encuentra con el loro, porque en vez de decirle mi nombre habitual (Cuco) me sorprendo diciéndole que me llamo José María.

Susana es manceba en una farmacia del centro, y el tipo que la acompañaba el otro día en el bar era, afortunadamente, su hermano, que estaba pasando por una mala racha y por eso estaba dándole la vara. Tiene unos cuantos años más que yo y la voz más grave de lo que es habitual en una chica. El pelo, muy corto, no hace sino resaltarle una cara peculiar pero bonita, con una boca, nariz y ojos más grandes de lo que hubiera considerado Buonarotti canon de belleza femenina pero armónicamente situados, de tal manera que ni parece un loro ni un buzón de correos. Castaños, sus ojos están examinando cada poro de mi cara, lo que me hace lamentar no haber pasado la itv a las posibles espinillas antes de salir de casa. No obstante, no parece que haya encontrado algo demasiado desagradable hasta el momento porque, aunque me confiesa que ha tenido algún que otro escarceo con Chano, parece sólo interesada en interrogarme. Me siento como si estuviera jugando al buscaminas con ella, aunque me voy creciendo a base de ginebra.

Alberto de vez en cuando se me queda mirando sonriendo, aunque a mí no puede ocultarme la profunda tristeza que tienen sus ojos. Hay veces que este chico me da miedo. Sin embargo hoy no puedo atenderte como mereces, queridísimo amigo. Led Zeppellin ya presagió que la noche estaba de mi lado.

Otros episodios relacionados (orden cronológico): Botellón, 6.AM., Cocodrilos, Trainscadding, Momentos para siempre, Morir en paz

3 comentarios:

ana dijo...

Algún día me presentarás a estos dos, verdad?
Besitos.

Anónimo dijo...

Me gustó más morir en paz, quizás menos acción y más pensamiento, pero sin duda ¡buenas historias!

el que deambula dijo...

Te los presentaré Ana, cualquier día de estos se encajan en Cai conmigo de la mano.

Antonio, es que mis colegas no siempre están arreglando el mundo, los pobres tienen derecho también a pasárselo bien no?. Besos, jefe.