30 septiembre 2005

NONADAS #4

(Onírico casino)

-Cuatro…. Mmm es poco cuatro. Pido carta.

-El señor pide carta… Cinco y media.

-Cinco y media… ¿Qué me dan con cinco y media?

-Déjeme consultar el catálogo. Ah, sí: Una casa, un trabajo, comida en la nevera y un susurro en la noche, de vez en cuando.

-Pues no esta nada mal… Déjeme pensar…Pues sí, mire, me planto, cinco y media está bien, me planto.

-El señor se ha plantado. Por favor, firme aquí.

(folio con tres copias, papel de calca y membrete gris)

-Un momento… ¿Hay letra pequeña?

-Pues sí, hay letra pequeña. Leo: Con cinco y media tendrá una casa, un trabajo, comida en la nevera y un susurro en la noche (leo la letra pequeña) recordándole, de vez en cuando, que pudo haber sacado seis.

-Vaya, pero con cino y media está bien, ¿no cree?

-(el groupier se encoge de hombros)

-Bueno, vale, Y con seis, ¿Qué me dan?

-(de memoria) La tranquilidad de no haberse plantado con cinco y media.

-Claro, la tranquilidad… Pues déme otra carta, qué coño, estoy en racha.

-El señor pide carta… Esto...

-Ocho…

-Me temo que sí, señor... Lo siento mucho, ha sacado ocho.

-(con lágrimas en los ojos) Ocho...

-No se preocupe, señor... No tiene que firmar nada, ya lo hago yo.

28 septiembre 2005

NONADAS #3

(firma de libros en unos grandes almacenes)

-Eh, hola… Encantado ¿eh? Qué ilusión tenerla tan cerca, de verdad…

-Hola, el gusto es mío (risa forzada, pluma preparada, dedicatoria clásica).

-¿Me puede firmar aquí…? Es que me hace una ilusión, me he tomado hasta el día libre para poder verle en persona, me he leído todos sus libros y…

-(atónito) Disculpe… eso es billete de cincuenta euros.… ¿Cómo quiere que le firme ahí? Esto es una firma de mi última novela, joven.

-Ya… Me va a disculpar la licencia, pero me pareció más original aquí. Es que pienso que esto es lo que mejor representa su obra…

-Esto… ¡Seguridad, por favor!… llévenselo de aquí.

27 septiembre 2005

MAJOR CUCO

Aunque la gente piensa que soy virgen, hace años que no lo soy. Ni siquiera Alberto lo sospecha, de hecho creo que sería devastador para su ego comprobar que su mejor amigo (al que supone una solterona de las de antes) lo hizo por primera vez un par de años antes que él. El caso es que no se lo conté a nadie entonces, y conforme fui escuchando a mis amigos publicar estúpidamente una hazaña tan natural como, por ser la primera vez, casi siempre desastrosa, decidí crearme la fama de virgen irrefutable para alimentar la concepción de tío raro (maricón, pajillero, integrista, boquerón) que siempre me ha acompañado. Rollo Britney Sprears, supongo, marketing personal a lo siniestro.

Es una posición difícil la mía, no obstante. De hecho cuando me he despertado al lado de Susana, no sé, he tenido la tentación de contárselo a todo el mundo, sobre todo por la casi total ausencia de esfuerzo por mi parte, David Bowie aparte. Susana comenzó un férreo interrogatorio aenas empezamos a charlar. Fue tal la variedad e intensidad del mismo, que ni siquiera me di cuenta cuando Alberto se fue. Al parecer se despidió de mí, eso dijo Susana, pero supongo que andaba demasiado concentrado en no suspender mi particular exámen. Notaba la espalda sudorosa y la mente a cien por hora buscando argumentos razonables a cada una de mis respuestas. Algo así como si estuviera en un proceso de selección de la Agencia Espacial Europea. Tal era la presión que llegó un momento (creo que cuando me preguntó si la circuncisión me parecía maltrato infantil) que se lo tuve que soltar:

-Tía, Susana, cojones, para ya, que parezco el Mayor Tom.-

Y fue como resumir en una entrevista de trabajo que eres soltero, que no tienes familia, que estás dispuesto a la movilidad geográfica absoluta y que cobrar horas extras es de enemigo del crecimiento económico. No sé qué extraño mecanismo activé en su mente, pero el caso es que Susana se quedó callada de repente, se levantó como un resorte y obligó a Chano a ponerle la canción. Tampoco yo sé que mecanismo activa Major Tom en mí, pero el caso es que ponerla a todo volumen saca de mí al triunfito que todos llevamos dentro. Es como tocarle las palmas a un bailaor borracho.

Todos nos miraban un poco flipados. Un tipo de uno noventa y largos vestido de luto y una manceba treintañera con cara de inquisidora cantando a dúo I´m floating in the most particular way es un poco kitch, pero ni siquiera nosotros podíamos controlarlo. Estábamos sumidos en el P.F.E.V.B. ( Proceso de Fusión Emocional Vía Bowie) y de ahí a la cama y a fundar una familia hay muy pocos pasos, todo el mundo lo sabe. De todas maneras, yo ya tenía la convicción de que esa noche era mi noche, y quizás por eso ni esperé a que se diera el momento propicio. Terminamos la canción y tras los pocos aplausos que recibimos, la cogí de la mano y nos fuimos a su casa.

Ahora la observo dormida y ya digo, me entran ganas de secuestrar la emisora de radio local y hacer un comunicado a lo año setenta y cinco: Españoles, Cuco ha chingado. Pero tengo mis dudas al respecto. Mi espíritu de falso virgen me reporta ciertas satisfacciones. Ví un brillo de tensa morbosidad en sus ojos cuando le dije con tono afectado y profundo: -Verás, Susana, tengo algo que contarte… Yo es nunca he estado con una chica…- Supongo que algún día le contaré la verdad.

Que mi cohete ya ha ido y vuelto al espacio unas cuantas veces.
Imagen: Google images.

25 septiembre 2005

CHANOPARTY

Nada más premonitorio que Whole Lotta Love de Led Zeppellin dándonos la bienvenida al piso de Chano, que es algo así como el tío Iturrioz que Alberto y yo nunca hemos tenido. Treinta y nueve años de soltería militante, fue nuestro profesor de literatura en el Instituto, aunque lleva como dos años alternando la asistencia al trabajo y las bajas por depresión. Según nos cuenta riéndose con un porro en la boca, comprobar que Max Estrella le parece a los adolescentes de hoy un personaje hortera y previsible le sume en los más negros augurios sobre la cultura ibérica. Obviamente la depresión es una excusa para poder escribir sin tener que pedir excedencia y por tanto, sin tener que renunciar al sueldo de funcionario. Su matemático cálculo de las bajas para evitar pasar por un tribunal médico que lo pudiera declarar incapaz y sus años de actor de teatro en Barcelona hacen de él una máquina de chupar la sangre al sistema público. No obstante es un buen tipo. Después de todo, nos invita siempre a sus fiestas, aunque nunca hemos sabido del todo porqué.

Hay menos gente de lo habitual, seremos unas diez o quince personas, algunos conocidos ya de otras ocasiones y otros completos desconocidos, gente que aparece y desaparece de la vida esa o.n.g. andante que es Chano. Alberto apenas ha llegado ha empezado a beber como si se fuera a acabar el mundo. Algo debe preocuparle, aunque charle animadamente con Javier, uno de los amigos de Chano y empleado de la biblioteca municipal. Yo en cambio me siento hoy ligeramente abstemio, y aprovecho la breve tregua a mi hígado para repasar las estanterías de discos de Chano, que para mí es un pequeño y curioso museo de la música del siglo XX, ya que tiene discos prácticamente de todos los estilos y décadas y además los tiene clasificados por estados de ánimo y estaciones, clasificación a todas luces subjetiva pero interesante, porque jamás pensaría que alguien pudiera calificar de "Música Sexy" Perfect day de Lou Reed.

En esas estoy, pensando seriamente en la posibilidad de secuestrarle algún disco sin que lo note, cuando alguien se coloca detrás mía y me dice –Anda, pero si es el sacalenguas-. Me giro como si me hubieran adivinado las ideas y ostia puta, veo que es la chica del Charming. Tras el ligero mareo y el lógico deseo de ser tragado por la tierra, sólo acierto a decir –Necesito una ginebra-, y me quedó temblando cuando veo que la tipa va a la cocina y vuelve con un gin-lemon en una jarra de cerveza, cóctel explosivo presentado ante mí con un –Me llamo Susana, ¿y tú?- que se me antoja de anuncio de Martini. Sin duda tengo que tener la misma cara de gilipollas del botones que se encuentra con el loro, porque en vez de decirle mi nombre habitual (Cuco) me sorprendo diciéndole que me llamo José María.

Susana es manceba en una farmacia del centro, y el tipo que la acompañaba el otro día en el bar era, afortunadamente, su hermano, que estaba pasando por una mala racha y por eso estaba dándole la vara. Tiene unos cuantos años más que yo y la voz más grave de lo que es habitual en una chica. El pelo, muy corto, no hace sino resaltarle una cara peculiar pero bonita, con una boca, nariz y ojos más grandes de lo que hubiera considerado Buonarotti canon de belleza femenina pero armónicamente situados, de tal manera que ni parece un loro ni un buzón de correos. Castaños, sus ojos están examinando cada poro de mi cara, lo que me hace lamentar no haber pasado la itv a las posibles espinillas antes de salir de casa. No obstante, no parece que haya encontrado algo demasiado desagradable hasta el momento porque, aunque me confiesa que ha tenido algún que otro escarceo con Chano, parece sólo interesada en interrogarme. Me siento como si estuviera jugando al buscaminas con ella, aunque me voy creciendo a base de ginebra.

Alberto de vez en cuando se me queda mirando sonriendo, aunque a mí no puede ocultarme la profunda tristeza que tienen sus ojos. Hay veces que este chico me da miedo. Sin embargo hoy no puedo atenderte como mereces, queridísimo amigo. Led Zeppellin ya presagió que la noche estaba de mi lado.

Otros episodios relacionados (orden cronológico): Botellón, 6.AM., Cocodrilos, Trainscadding, Momentos para siempre, Morir en paz

23 septiembre 2005

NONADAS #2

Lleva en su cartera
una nave espacial vieja,
henchida por los años
y en su mitad podrida:

El condón milenario.

Latex fuerte su corazón
Esperando el resurgir.



Nota aclaratoria: Bajo el título "Nonadas" iré publicando estas gamberradas escritas que, como tales, os pido que no las tengáis demasiado en cuenta. Son idas sin venida de mi pobre cabeza. BESOS A TODOS.

22 septiembre 2005

BULERÍA

"Yo he visto un hombre morir
con un puñal en el costao
sin querer decir el nombre
del hombre que lo ha matao"


(anónimo)

21 septiembre 2005

EL BUCLE

Cuando entró en aquel lugar espeluznante, uno de los terribles campos de concentración de la segunda guerra mundial, sintió una extraña familiaridad, una sensación que le había acompañado desde que cruzó la frontera con Alemania, una inhóspita certidumbre de pertenencia que no había sentido en ninguna otra parte durante los tres meses que llevaba recorriendo Europa.

Joao Durasso, como muchos otros brasileños adinerados, había decidido explorar el viejo mundo tras acabar la carrera como paso previo a su incorporación a la dirección de las empresas familiares. Había aterrizado en Madrid una noche calurosa de agosto, y desde allí, comenzó una ruta de sur a norte y de este a oeste en búsqueda de sus improbables raíces europeas, tan apreciadas por la alta burguesía sudamericana, reticente de todo lo que se antoja precolombino.

Hacía diez días que había aterrizado en Berlín procedente de Roma, acompañado de su primo Duno. Y nada más bajar del avión, tuvo una brusca sensación de opresión en el pecho que Duno restándole importancia atribuyó al vuelo, pero que Joao asimiló a sumergirse en el mar lanzado por alguien desde la cubierta de un barco. Conforme pasaron las horas, ese extraño encontronazo con el aire frío y cortante de Berlín fue disipándose, pero el residuo de un silencio opresivo que lograba acallar en ocasiones el ruido de la ciudad y la charla animada de Duno permaneció durante toda su estancia en Alemania, acrecentándose sensiblemente cuando visitaban determinadas ciudades y lugares: Asfixia, mareos, jaquecas, insomnio, fatiga, náuseas… Somatizaciones no relacionadas con ninguna enfermedad física, según le había comentado un médico que lo reconoció en uno de esos episodios, pero en cualquier caso sensaciones que a Joao le hicieron llegar a la conclusión de que permanecer en Alemania durante más tiempo era insoportable, aun sin saber el porqué.

Ante las súplicas de Joao, Duno accedió a no prorrogar la estancia en el país y seguir la ruta a través de Polonia, pero no permitió eludir una siniestra ruta por algunos campos de concentración como experiencia ineludible de conocimiento de la historia de Europa. Tal eran las ganas de Joao de ver el fin a aquellos días, que aceptó sin mayores reticencias esas últimas visitas. Sin sufrir mejoras, los primeros campos que visitaron no mejoraron, pero tampoco empeoraron, las náuseas y la opresión en el pecho. Pero cuando llegaron a Grob Rosen, Joao supo de forma tajante y fría que algo se había desencadenado en su interior, como si la primera visión de aquel espacio yermo y maldito hubiera iniciado una reacción en cadena de consecuencias imprevistas y sin final en el tiempo. Salió de la ruta guiada en estado de trance, callado y con un sudor gélido agarrado a su piel morena.

Dos semanas más tarde, un vuelo desde Varsovia a Brasilia con escala en Londres acabó prematuramente con la experiencia en Europa de los dos jóvenes, y lo que fue peor, con la juventud de Joao, que se sumergió en una febril investigación sin orden ni uniformidad sobre el holocausto nazi, la reencarnación y los orígenes de su familia. Aunque físicamente no tuvo de nuevo episodios de pánico, se fijó la idea en su mente de que había una verdad detrás de aquel viaje y que sin su conocimiento, nada podría volver a ser lo mismo. Ni sus padres, ni Duno ni Valeria, su prometida, pudieron apartarle de su quimérica convivencia con las bibliotecas y los médiums. Todos coincidían en que nada bueno podía traerle esos estudios a Joao. Hasta que una tarde desapareció sin rastro con su carpeta roja, rebosante de anotaciones y recortes de prensa.


Joao al saber la verdad, ésta fue tan insoportable que no sólo no pudo asimilarla, sino que además se aseguró de mantenerla en secreto. La guardia costera lo encontró ahogado en Río, en la playa de Leblon, como, veintiséis años antes, precisamente el día de su nacimiento, encontraron a uno de los mayores criminales de guerra nazis huido de Alemania al terminar la guerra, un ser monstruoso del que sólo Joao supo que no encontró ni nunca encontrará la paz o el castigo.

19 septiembre 2005

MORIR EN PAZ

Supongo que como en Pandémica y Celeste, Cuco por su lado y yo por el mío no somos más que buscadores de respuestas sobre el amor. Cuco para saber de amor, para aprenderle, está estéticamente solo, como buen decadente, y yo en cuatrocientas noches, con cuatrocientos cuerpos diferentes (porque lo dice el poema, no porque yo aspire a llegar a tanto) intento encontrar algo parecido a una explicación razonable sobre qué es el amor y sobre todo a porqué yo no lo siento nunca.

Según mi madre, yo no me enamoro nunca porque soy demasiado vago hasta para querer a alguien (gracias mamá por tus palabras de apoyo y comprensión). Cuco, por su parte, aporta su famosa teoría de los cocodrilos, por la cual yo soy un ser demasiado poco evolucionado como para distinguir a alguien que realmente merezca la pena. Julia, la última chica con la que estuve, sentencia que soy un maricón que juega con las mujeres a heterosexual, aunque como me lo dijo borracha, cabreada y llorando creo que no lo pensaba en serio del todo. El caso es que todo el mundo opina y todos tienen algo de razón, pero yo sigo sin entender qué es lo que exactamente falla en este invento.

El caso es que se me hace cuesta arriba. Me da pereza, es cierto, comprometerme a una serie de rutinas que se adquieren cuando uno tiene pareja. Sin ir más lejos, con Julia, apenas me llamó al día siguiente de liarnos para tomar café, comprendí, por un lado, que Julia necesitaba amor y, por otro, que yo no la necesitaba a ella. De ahí el numerito del sábado siguiente, y de ahí la parte de razón que le doy a Cuco... Como siempre que coincidimos Julia y yo, estaba completamente ciego, y aunque recordaba perfectamente el episodio del café, juro que no pude evitar acercarme a ella convencido de que realmente sentía algo más que frenesí. Por suerte para Julia, en cuanto me vio actuar balbuceante y verderón me mandó a la mierda irrevocablemente, no sin antes enarbolar su teoría sobre mi homosexualidad latente. En el momento me pareció una ofensa, supongo que por culpa de mi no eliminado del todo orgullo machista y homófobo, pero reconozco que la suya es una hipótesis nunca descartable del todo. Tengo que tener el corazón en un armario, pero yo sí quiero que salga, lo que no tengo es ni puta idea de cómo se abre.

No me enamoro, no sé hacerlo o nací con una deficiencia. Como le pasa a Sara, mi compañera de fuego y hielo al despertar en esa partida de cartas marcadas en las que nunca se gana nada. Como magos en prácticas, ayer repetimos como siempre los mismos rituales para ver si conseguíamos hacer salir palomas de las chisteras. Pero ni nuestras miradas, ni nuestras palabras, ni nuestros besos, ni nuestras tensas caricias en medio del agonizante quejido de la cama, pueden servir de cura a esta extraña enfermedad. Una enfermedad que no mata, pero que seguro que impide morir en paz.

Morir en paz, como dicen que mueren los que han amado mucho.



"Pandémica y Celeste", del libro "Las personas del verbo" de Jaime Gil de Biedma, Editorial Lumen, 1998.

18 septiembre 2005

POEMA

Yo cansé al viento de soplar a mi favor.
En vez de avanzar hacía piruetas,
volaba cometas, jugaba con los dedos
hasta que el viento exhausto silbaba
entre ellos.

Ahora lo sé. Las rachas buenas no duran.
Y el viento se venga jugando conmigo,
volando mi corazón como un avioncito
de corcho.

MÁS POEMAS PARA DEJARSE LLEVAR


Hoy, a la una de la tarde, se ha presentado en el Parque del Alamillo de Sevilla "Más poemas para dejarse llevar", antología de poemas relacionados con los distintos medios de transporte que ha sido auspiciada por la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía (gratis, vamos).

Presentaron David Eloy y José María Gómez Valero, del colectivo "La palabra itinerante" que recitaron algunos de los poemas contenidos en el libro y, sobre todo, animaron a los presentes a leer en el escenario. Una buena cosa que hacer el domingo al mediodía, ir al parque a escuchar poesía.

14 septiembre 2005

NONADAS #1


(Casting en un Teatro)

-Adelante, señor. Póngase en el centro… Ahí está bien. ¿Número?

-Setecientos treinta y siete

-Bien, setecientos treinta y siete. A ver que tal se hace el muerto.

-…¿El muerto? Esto… Verá, señor, es que yo no sé hacerme el muerto.

-¿No?

-No, señor… es que verá… La cosa es que yo ya estoy muerto.

-¿Qué ya esta usted muerto? Pues nadie lo diría, parece que está usted vivito y coleando.

-¿A que lo hago bien?... Es que a mí lo que se me da bien es hacer de vivo.

-Sí, sí, estoy seguro, pero no es lo que buscamos. ¡Siguiente!


saquen sus propias conclusiones.

13 septiembre 2005

USTED NO SABE CON QUIÉN ESTÁ HABLANDO

(Música asquerosamente relajante)

- El Sol Azul, buenas tardes, le atiende Laura Gentil, ¿en que puedo ayudarle?
- ¿Usted? Usted no puede ayudarme, páseme inmediatamente con su superior.
- Siento decirle que en estos momentos no puedo transferir su llamada a ningún coordinador. Si usted lo desea, puedo atenderle yo.
- A ver, imbécil, usted no puede ayudarme. Le he dicho que quiero hablar con un superior y me va a pasar con él inmediatamente.
- Si me explica, señor, de qué se trata yo…
- No se lo voy a repetir más, inútil. Se me está acabando la paciencia. ¿Sabe usted con quién está hablando?
- ...No, señor, no es necesario que me lo diga. Sé perfectamente con quién estoy hablando. Su llamada aparece identificada en mi terminal.
- ¿Lo sabe entonces, no? Bien, pues ya sabe…
- Sí señor, disculpe que no me haya dado cuenta. No sabía que era usted un auténtico hijo de la gran puta de los buenos.
- ¿Cómo? ¿La he oído bien?
- Sí, señor. ¿Cómo desea que me dirija a usted? ¿Como auténtico hijo de la gran puta o tan sólo como hijo de puta?
- Esto es inaudito. Señorita, juro que haré que la despidan inmediatamente, lamentará amargamente haberme insultado de esta manera.
- Señor hijo de puta. Le recuerdo que para solicitar mi cese fulminante dispone de nuestra dirección web o de nuestro teléfono de atención exclusiva para hijos de puta.
- Esto es inaudito…
- Disculpe, señor hijo de puta, aún no he terminado de facilitarle la información: Una vez producida mi baja, y aunque ya no trabaje en esta empresa, me encargaré personalmente de hacerle una visita en su domicilio para asegurarme de conocer sus impresiones sobre mi proceso de despido, así como su calificación sobre la agilidad y eficiencia del mismo.
- ¿Hacerme una visita? ¿Quién coño se cree que es? ¿Acaso se atreve a amenazarme, subnormal?
- Sí, señor hijo de puta. Estoy amenazándole formalmente y grabándolo para que tome valor contractual. ¿Desea usted alguna otra información?
- ….
- El Sol Azul le desea buenas noches, señor hijo de puta. Gracias por su llamada.


Para Lorena y Celia.

11 septiembre 2005

MOMENTOS PARA SIEMPRE

No siempre estamos en los parques aunque sea nuestro hábitat natural para emborracharnos. A veces, cuando terminamos el botellón, también vamos a los bares del centro, bares de treintañeros nostálgicos de juventud en los que, pese a la diferencia de edad y su efecto deprimente sobre nosotros, al menos uno está escuchando a los Clash en lugar de la pachanga de turno. Algo así como cine de barrio versión bar de copas.

Cuando entramos en “Charming” sonaba Common People de Pulp. Por más machacada que esté en mis oídos la historia de Jarvis y su coleguita ricachona esta canción me pone de buen humor, tanto que incluso no me molesta que Alberto me haya dejado tirado por Sara y su carita de niña buena. Ha sido entrar en el bar, ver a Sara sola apoyada en la barra cual femme fatale y saber inmediatamente que el resto del noche iba a estar solo con mi copa asistiendo a un cortejo sexual del todo innecesario porque ambas partes saben que la otra quiere tema y lo quiere ya.

Todo el bar parece también sumido en un velado ritual de apareamiento en el que unos miran, otros de dejan ver y los más atrevidos, pasan a la acción movidos por el mantra It´s Friday, I´m in loooooveee de los Cure. Quizás por la vergüenza o el miedo al ridículo yo soy de los que mira con insistencia a una chica de unos treinta y tantos años, sentada en una mesa con un tipo que debe ser el marido, su peor pesadilla, o ambas cosas a la vez. Beben callados y sólo de vez en cuando se dirigen alguna frase que no entiendo porque no sé leer los labios, pero que debe de sonar como mañana tengo que acordarme de revisar el coche, últimamente se me calienta mucho. Ella de vez en cuando hace un repaso a todo el bar como buscando o huyendo de algo, y no sé porqué, aunque no sea exactamente mi tipo, no puedo dejar de mirarla y de imaginármela dormida a mi lado tras haberle hecho el amor.

En uno de sus abistamientos su mirada se cruza con la mía, y supongo que por el alcohol, en lugar de apartar la vista, que es lo que suelo hacer cuando alguien me mira a los ojos aunque sea por casualidad, me quedo mirándola un segundo y me sorprendo sacándole la lengua haciendo burla, como un niño pequeño hace a la amiga buenorra de su madre. Ella se ríe y baja la vista, un poco colorada. El tipo de repente mira hacia atrás buscando la causa de la gracia y yo pienso, sonrojado como ella, que ése ha sido nuestro momento para siempre y que, en cierto sentido, no ha habido tanta diferencia entre ese segundo de complicidad y la noche de pasión que preparan Alberto y Sara. Feliz, todo me parece posible de madrugada.

Al fondo del bar, a salvo de las cristaleras que dan a la calle, dos hombres se besan tímidamente pero con la carga de deseo que tiene, probablemente, el que es su primer beso en público. Y mientras suena This Charming man como banda sonora de aquel otro momento irrepetible, aquellos tipos me parecen los dos seres más bellos y frágiles del planeta.

08 septiembre 2005

QUE NO OS ENGAÑEN

Porque existe un pasado
de balas contra carne
Y un presente olvidadizo
De víctimas y verdugos
Que no os engañen las canas.
No sucumbáis al cinismo
de ciertos viejos amables,
risueños, sádicos abuelos
con tierra en los bolsillos
de las fosas que abrieron.

Ni hay locura en sus ojos
Ni perdón en sus pensamientos.
Las leyes de punto y final
No las votaron los muertos.


A Estrella, por su consejo.

07 septiembre 2005

EL MÉTODO ESPASMOS

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No lo achaque al stress ni a la falta de tiempo

¡NO SE EMPALMA MENTALMENTE PORQUE OLVIDÓ COMO HACERLO!


No lo logrará con el cibersexo ni con los bares de carretera
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EL MÉTODO ESPASMOS


Testimonios:

Sara .G: Mi marido me satisfacía en la cama, pero mi vida en general carecía de emociones. Luego ví que no era su culpa, ni del trabajo, ni del stress. Era yo la que me estaba convirtiendo en una frígida mental y me estaba lanzando al abismo de las telenovelas y los concursos de telerrealidad. Hasta que llegó a mis oídos el método del Dr. Espasmos y desde entonces ¡ hasta mi marido dice que a su chuchi se la han cambiado!

Michael J.F: Al principio pensé que era cosa de la edad, pero veía por la calle a gente con cara de satisfecho mental y no entendía que hacían ellos que no haciera yo. Probé el puenting, el rafting y ¡hasta los casinos por Internet!. Hasta que descubrí el método del Dr. Espasmos y ahora me empalmo mentalmente muy a menudo.

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Dr. Espasmos: Llevo años estudiando el comportamiento humano y llegué a la conclusión de que sólo hay una actividad que consiga mantener la líbido mental sana y vigorosa. Desde entonces me dedico a difundir gratuitamente mi descubrimiento. No hay dinero que compense la satisfacción de saber que estoy empalmando a millones de personas con un sencillo ejercicio:

¡CULTURIZARSE!

Bébase los libros de un solo trago
Sude escribiendo sus propios textos
Acuda a espectáculos de realidad musical.

ORGANICE ORGÍAS CULTURALES O ÚNASE A LAS QUE HAY

YA SON MUCHOS LOS QUE CONOCEN EL MÉTODO ESPASMOS. SÓLO TIENE QUE VER LOS CIENTOS DE CARTELES QUE HAY EN SU CIUDAD ANUNCIANDO ACTOS CULTURALES, LA CANTIDAD DE TIENDAS DE LIBROS Y MÚSICA INTERESANTES, LA CANTIDAD DE BLOGS CULTURALES QUE PROLIFERAN EN INTERNET.

VAMOS. NO TEMA Y LÁNCESE. LA FELICIDAD ESTÁ A UN PASO.
¡¡¡VOLVERÁ A CORRERSE DE GUSTO CON NOSOTROS!!!

04 septiembre 2005

TRAINSCADING

Me gusta ir con Cuco en tren. Sabemos ir todo el tiempo callados, cada uno a su bola, hasta llegar a Cádiz. Ambos apreciamos tanto el silencio a esas horas que incluso ejecutamos cada día un sofisticado plan para evitar que nadie pueda perturbarlo. Cuando llegamos a la estación, a eso de las seis y cuarto, nos quedamos escondidos hasta que sale el tren para ver en qué vagón se va a montar la poca gente que conocemos y que todavía nos habla. Así podemos, inmediatamente antes de la salida, subir al vagón en el que nos es más improbable tener que participar en una competición de frases circunstanciales, que es en lo que suele convertirse un trayecto en tren cuando tienes la mala suerte de topar con un conocido.

Hoy, sin embargo, no lo hemos conseguido. Cuando, alegres, nos disponíamos Cuco a sacar su walkman y yo a abrir mi libro para no volver a hablar hasta llegar a la estación de Cádiz, se nos sentó al lado Elena, que es una de esas personas que se levanta optimista por las mañanas, y por tanto, que charla por los codos. Cuco estuvo rápido, y al ver que mi cara se descomponía ante la visión de un conocido aproximándose, se puso los cascos y empezó a hacerse el dormido, con lo que yo, que estaba en situación de desventaja, tuve que respirar hondo, contar hasta cinco y resignarme a comerme el marrón de una hora con la Elenita de los cojones. Una puta hora con Elena y su monólogo.

-Qué pasa, Alberto, cómo andas.
-(jodido por tener que soportarte) Eh, bien, bien… aquí muerto de sueño, ¿y tu?
- Pues bien tío, pero reventada del finde. ¿Qué habéis hecho vosotros?
-(como si a ti te importara) Ehm, nada, lo típico, botellón y eso.
-Pues yo me fui el viernes a Córdoba al Medina Festival.
-Ah, ¿sí? (podías haberte quedado allí para siempre)
-Sí tío, estuvo de muerte. Tocaron los Medina Azahara, Rosendo, La Polla, Barricada…
-(todo un cartel) ¿Qué bien, no?
-Sí, además un ambientazo que te cagas. Un montonazo de gente y muy buen rollo, me fui con la Laura y el Juanca, sabes quienes son ¿no?
-(no) Sí, sí, de vista y tal, pero sí.
-Pues nada, con esa gente, muy bien. Llegamos a Córdoba a las seis de la tarde y blablablablablablablabla

Conecto el piloto automático. Síes y sonidos de aprobación tipo ¿ajá? que en la mayoría de los casos no son nada creíbles, pero que a gente como Elena se la suda porque lo único que quieren es soltar su rollo para no aburrirse. De todas formas, de un tiempo a esta parte creo que lo único que hacemos los seres humanos es soltarnos el rollo los unos a los otros sin que en el fondo nos importe nada más que nosotros y nuestro discurso. Es por la mañana y el turno es de Elena, pero probablemente si la pobre hubiese dado conmigo el sábado por la noche en el parque, ciego como un piojo, hubiera sido yo el que le hubiera dado la vara con mis pajas mentales.

-blablablablablablablablablablaba
-(piloto automático) Sí.
-¿Que sí? ¿Y eso? ¿Qué es lo que ha pasado?
-…..

Mierda. Esta técnica es como la ruleta rusa, un sí o un no fuera de lugar y la cagas. No me va a quedar más remedio que prestarle atención. No me importa una mierda ni su vida ni sus milagros, pero qué le vamos a hacer, la chavala no es mala gente y además es la única que nos pasa los apuntes. En cualquier caso, me cambiaría por Cuco. El cabrón sigue haciéndose el dormido y de vez en cuando esboza una sonrisilla burlona tipo –jódete-he-estado-más-rápido-que-tú- mientras el paisaje parece que se ralentiza, que se esfuerza en que el tren no llegue a Cádiz antes de su hora. Amanece en la bahía, con las salinas estancadas y los astilleros agonizantes. Todavía no ha empezado el día, pero creo que ya quiero que se acabe.