28 agosto 2005

COCODRILOS

Hace frío, pero claro, a quien le importa si tengo frío si al final lo que cuenta en un sábado es a quién te tiras o en qué asquerosa discoteca pachanguera caes en la cuenta de que tu vida es una mierda. Que me dejen los otros aquí estrellado lo comprendo, yo he elegido ser siniestro con todo lo que ello conlleva y ellos han elegido el universo de King África. No me sorprende y es más, me halaga poder decir estoicamente que prefiero quedarme solo bebiendo en el parque a ver el declive de la noche mientras en mis oídos retumba me gusta el chupa-chupa. Pero lo de Alberto es una puñalada por la espalda, la confirmación de que él es un puto cocodrilo y yo, Cuco, tan sólo un ser superior prematuramente situado en los albores del siglo XXI.

El mundo está lleno de cocodrilos. Personas que no tienen ni puta idea de qué coño hacen en este planeta pero instintivamente saben perfectamente cuándo cerrar la mandíbula y apresar a una pobre víctima. Alberto es de esos. Va por la vida de poetucho canalla e intelectualoide desencantado de todo y en cuanto ve a una niña guapa se convierte en el más optimista precursor del movimiento poético underground. A veces me encantaría poder grabarlo en vídeo para que entendiera lo patético que es, con toda esa mierda sobre la generación beat yanqui y sus paralelismos con El Quijote, sobre el importante papel de Internet como medio de lucha contra las editoriales tradicionales y sobre la mentira de los premios literarios en este país. Ya digo, yo contemplo la escena, con la niñita en cuestión chispeándole los ojos por el desgraciado de mi amigo (que todo hay que decirlo, me tiene camelado hasta a mí con esas chorradas) y me doy cuenta de que soy el primer espécimen del siguiente escalón evolutivo de la raza humana: Alto, Gordo y decadente de puro aburrido que soy.

Es cierto que no ayuda mucho en estos días medir lo que mido, pesar lo que peso e ir con cadenas y chinchetas, vestido de negro y con los ojos y uñas pintados. Pero si una chica se me acercara no la atontaría demostrándole que soy un ser megainteresante pero hipersensible al que merece la pena tirarse para presumir de intelectual por rozamiento. Le hablaría de cosas normales y sólo pretendería que viera algo más que la facha que llevo y a la que jamás renunciaré porque lo mío y la música es un matrimonio de los de antes. Joder, claro que Alberto es de puta madre y lo quiero más que a mi propia familia. Claro que escribe bien de verdad y además no está en la órbita del ragatton y la cocaína. Pero no le desplegaría fríamente como hace él todas mis armas de seducción para que cuando le llegara la factura a casa viera que todo ha sido, con su parte de verdad, una representación de teatro de una obra escrita hace mucho tiempo pero a la que se le cambian los personajes y el juego de luces. La dejaría que me conociera poco a poco y en fin, pudiese elegir sin campaña de marketing personal de por medio. Quizás tenga razón Alberto.-Cuco, cojones, no sabes venderte- Pero yo no quiero ser un objeto en promoción. Yo sólo quiero que me quieran. Y follar, claro. Pero lo primero que me quieran. Él no deja de ser como un anuncio de bebida energética, que te la venden con un actor que simula que la ha bebido pero que hace el papel de entripado hasta las cejas.

En resumen, hace frío y mi mejor amigo me da envidia. Mejor será irme a casa y acabar como siempre, aquí el pescado ya está vendido, cocinado, digerido y cagado. Aunque ahora que lo pienso, el mamón este debe estar con su presa por el parque. Y se le va a acabar la suerte, porque pienso ir a buscarlos para hacerme el borracho despistado y encontradizo y quedarme con ellos hasta que se aburran. Les voy a cortar todo el punto, por mis mulas. Si el Alberto es un cocodrilo, yo una mosca cojonera. Pecado venial.

4 comentarios:

garcía argüez dijo...

y yo también brindo (por todo el post, pero especialmente) por esa frase. Centro de la diana, campeón!!!

el que deambula dijo...

Bueno, muchas gracias a los dos por elogiar la frase esa, realmente las verdades como puños salen sin pensarlo demasiado. Muchos besos!.

ana dijo...

Pues sí, demasiado cocodrilo suelto...
Ah, y gracias por la sorpresita!!!

Anónimo dijo...

Pues sí, el cortejo es una inmensa obra de teatro de todos actúan y nadie es lo que parece. El mejor actor se lleva el Óscar.