24 enero 2005

VERANO AZUL (OSCURO)

Matar al viejo fue una decisión tanto fácil de tomar como de desarrollar en la práctica. Por un lado Ellos no podían soportar que un pescador tarado, de vida anárquica y seguramente ateo arrojara a sus hijos a la vagancia y a las ensoñaciones utópicas. Habían puesto muchas esperanzas en ellos como para que un verano en Andalucía arruinara las inversiones realizadas en su educación. Falladas todas las demás estrategias, el asesinato se erigió como la solución más efectiva.

Por otro lado la pintora también tenía sus motivos. Tras la muerte de su marido y su hijo, vivir exclusivamente de la pintura no era nada sencillo. Por eso, desde que vio el barco del pescador elevado con vigas un par de metros sobre la arena, a salvo del mar, pensó que un chiringuito-galería-de-arte con forma de barco tenía el éxito económico asegurado. Así que cuando Ellos le propusieron eliminar al abuelo, días después del numerito montado para salvar la nave del derrumbe (ideado por la pintora al ver peligrar sus planes), pensó que sus días de cruel bohemia estaban llegando a su fin.

El envenenamiento provocaría un paro cardiaco. Un fumador empedernido como era el abuelo tenía en ese uno de sus finales más probables, y una muerte por infarto con su edad era algo común y por tanto, sin mayor trascendencia. Por eso Ellos permitieron que sus hijos siguieran frecuentando el barco e incluso se hicieron amigos de él, regalándole tortillas, empanadas y algún que otro paquete de tabaco. Por su parte la pintora simulaba depresiones para desviar la atención de los niños de las visitas de sus padres al viejo. Visitas en las que lo emborrachaban y le invitaban a tapas sazonadas con un veneno leve, apenas perceptible por los sentidos, pero a medio plazo implacable.

La muerte del viejo soñador, de aquel pobre pescador que les hizo el verano entrañable, destrozó a los chicos madrileños. Pero para sus padres, no había nada que fuera peor que la degradación moral y psicológica de sus vástagos. Sólo una persona del grupo de jóvenes amigos pareció no responder al comportamiento previsto, mostrándose huraño y pensativo en lugar de destrozado por el dolor. Un joven del pueblo curtido en el trabajo y la miseria familiar, una compañía aceptada por los padres de mala gana para evitar peleas con otros chicos del pueblo. Sólo él escuchó lo que no debía aquella noche en la que fue a espiar a la atractiva pintora, como hacía cada noche. Nadie, porque a nadie le contaba ese vicio adolescente, lo supuso testigo de la macabra conversación telefónica.

Pancho fue el único de los chicos que sabía la verdad. Pero tenía la cualidad de la gente de mar, saber mirar al horizonte. Ahora, pasados los años, olvidada aquella amistad tan corta como un verano, Pancho es propietario del chiringuito más rentable de la costa, viste traje y vive como nunca soñó antes de la muerte de Chanquete. Por eso calla ese secreto y otro que de vez en cuando le hace tener pesadillas: El del triste final de la pintora. Posted by Hello

Dedicado a esa entrañable serie, que siempre recordaré con nostalgia.

2 comentarios:

javierdebe dijo...

Genial. Y la forma de rematar el relato con el trágico final de la pintora ...lo has bordado.
Muy bueno, lo tendré como uno de los mejores; quizá porque Verano Azul marcó mi infancia (como a muchos). Desde ahora ya no será lo mismo...Azul oscuro!!!.
Enhorabuena por el relato, espero el siguiente!.

Anónimo dijo...

hola nuevo descubrimiento! no se que cúmulo de casualidades me ha llevado hasta tu página ésta noche pero... que vivan los links ! estoy encantada...en serio...así que he decidido andar echándote vistazos. a mi me puedes encontrar en www.20six.co.uk/mentirasentetrabrick
nos vemos !