26 noviembre 2004

UN SUEÑO, UNA LEGAÑA.

Cada sueño que tengo cae del lóbulo frontal de mi cerebro (creo) y se esparce calle abajo. Saluda a las neuronas, que cada vez son menos en este barrio de muchos sueños pero de pocas realidades. Se cruza con glóbulos rojos, funcionarios del estado-cuerpo, que me traen oxígeno con sabor a marlboro de ocho a tres de lunes a viernes, y que descansan el fin de semana en un coágulo que se me forma en la rodilla cada sábado por la tarde, cuando suplico que me quieras.
Cada sueño que tengo pasea cuesta abajo por los bulevares de mi frente, pero en los cines de la memoria cada vez hay menos humor, cada vez sus películas hablan más de épocas pasadas que sin ser alegres, el tiempo las convierte en doradas.
Cada sueño se excita viendo a la dopamina, una chica que surge el sábado, cuando la rodilla está morada y yo te hago el amor. Y por último se decanta hacia el ojo, hacia el abismo de los edificios grises y las nubes de cemento, hacia las estrellas en forma de farola. Y se entristece, y se pone amarillo, y se le solidifica la ilusión. Y se transforma en legaña, que me quito el domingo cuando ya te has ido de mi casa, de un golpe rápido, sin demasiado interés, como se hacen las cosas que no sirven para nada.

1 comentario:

javierdebe dijo...

Un parto anunciado. Sus obras se desprenden por fin del cordón umbilical que les unía a las sombras. Ven así la luz y, paradójicamente, nosotros que somos la luz nos deslumbramos ante ellas.
Me alegra mucho tener una referencia donde acudir a disfrutar de lo que escribe. Que dure!.
Un abrazo !!!!